sábado, marzo 17, 2007

VALORAMOS EL AGUA COMO UN SERVICIO QUE NOS BRINDA LA NATURALEZA?


Todas las familias pagamos puntualmente cada fin de mes los servicios de teléfono, internet, electricidad, cable, gas, agua potable, de limpieza, seguridad, entre otros. Una familia promedio gasta mensualmente en teléfono e internet alrededor de 180 soles, en energía eléctrica entre 50 a 70 soles, por un balón de gas pagamos 35 soles, el cable nos cuesta 30 soles y el servicio de agua y alcantarillado nos cuesta entre 20 a 50 soles, es decir comparativamente pagamos mas por otros servicios que por el agua que consumimos y hasta muchas veces derrochamos.

¿Porque razones las personas nos hemos acostumbrado a pagar muy poco por el agua que usamos?
¿Es el agua un recurso inagotable que nos brinda la naturaleza y por tanto no deberiamos pagar tanto por su consumo?

Desde hace 30 años, científicos y académicos viene alertando sobre los efectos del calentamiento global sobre el clima mundial, siendo el agua dulce uno de los componentes más sensibles del sistema climático dado que es apenas el 1% del total. Como todos sabemos el agua es un recurso renovable ya que mediante el ciclo hidrológico se renueva permanentemente en condiciones normales, pero como ya conocemos el clima viene cambiando aceleradamente producto de la contaminación y las principales fuentes de agua dulce como por ejemplo las ubicadas en los polos y nevados se están derritiendo y agotándose.

Para nuestro país este asunto es de vital importancia dado que las reservas naturales de agua dulce que tenemos se encuentran ubicadas en las partes altas de las cuencas hidrográficas, como por ejemplo la Cuenca del rio Huaura, de la que todas las ciudades costeras se abastecen. Los nevados altoandinos se están deshielando provocando un incremento de agua en el corto plazo pero una evidente escasez en el mediano y largo plazo. Además las lagunas andinas que son las principales reguladoras del abastecimiento de agua, debido al calentamiento global, presentan altos niveles de evaporación reduciendo sus niveles de agua y si a esto le sumamos eventos climáticos recurrentes como el Fenómeno El Niño y el incesante incremento poblacional que demanda cada vez mayores volumes de agua para consumo directo, agricultura, ganadería, minería, etc., entonces se nos presenta un futuro desolador.


¿Qué puede ocurrir en el corto y mediano plazo?


Abastecer de agua a una población cada vez más numerosa requiere de mayor inversión en infraestructura de captación, almacenamiento, tratamiento y distribución. Este costo necesariamente tiene que trasladarse a los consumidores, por lo tanto vamos a tener que pagar más por el consumo de agua. Otras ciudades, como Talara por ejemplo, que no tiene el privilegio de contar con agua de subsuelo, ha tenido la necesidad de invertir en una planta desalinizadora de agua de mar para dar de beber a su población.


Un aspecto fundamental que toda familia debe empezar a comprender y sobre todo a practicar es el de hacer un uso racional, eficiente y menos derrochador del agua. Acostumbrarnos a usar cada vez menos agua en el WC, ducharnos con la cantidad de agua necesaria, regar los jardines con agua de lavado de ropa y utensilios de cocina, usar lavadoras que consumen menor cantidad de agua, etc. Todo esto requiere implementar programas de sensibilización y educación a la población.


Asi que no debe causarnos extrañeza cuando EMAPA Huacho de acuerdo a sus proyecciones realiza un incremento de la tarifa de agua, lo que si debemos exigirle es que nos brinde un abastecimiento continuo y no solo las 2 o 3 horas diarias, que mejore su sistema de medición para que los medidores no midan aire en lugar de agua y que realice inversiones en tratamiento de las aguas residuales que contaminan el agua de las bahías de Huacho y Carquín, agua marina de las que probablemente tengamos que desalinizar y beber cuando se agote o no alcance el agua de subsuelo.


Jesús Barreto Meza

Docente UNJFSC

Especialista en Ecología y Gestión Ambiental.











viernes, marzo 16, 2007

Calentamiento oceánico produciría grandes incendios forestales


Buenos Aires.- El calentamiento de los océanos aumenta el riesgo de grandes incendios forestales y, debido a que el Atlántico y el Pacífico están en una fase cálida, se prevé un aumento de ese tipo de siniestros en está década, al margen del calentamiento global, según un estudio realizado por científicos argentinos.

La temperatura de la superficie del Océano Atlántico, que sigue ciclos de enfriamiento y calentamiento que duran décadas, tiene una relación directa con la generación espontánea de incendios forestales, a lo que se suma la influencia similar del Pacífico, por el fenómeno conocido como El Niño.

Esta situación es independiente del calentamiento global, pero los expertos no descartan que éste pueda provocar que la influencia de los oceanos sobre los continentes sea aún mayor.

El estudio, liderado por el científico Thomas Kitzberger, de la Universidad del Comahue, junto con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad de Colorado, Estados Unidos, fue publicado en la revista Pnas, una de las más prestigiosas del mundo sobre ciencia.

El análisis de bosques del oeste norteamericano demostró que los incendios coinciden con períodos en los que las temperaturas de la superficie del mar aumentan en el Atlántico Norte.

Esto se debe a un fenómeno llamado oscilación Atlántica de Multi-Decadal, patrón cíclico que cambia las temperaturas de la superficie de esas aguas de fría a tibia, según ciclos de calentamiento y enfriamiento de una duración aproximada de 60 a 80 años.

Gracias al estudio de casi 34.000 marcas dejadas por el fuego en los anillos anuales de troncos de árboles de Estados Unidos, algunas con 500 años de antiguedad, se pudo determinar que la fase cálida del ciclo atlántico coincide con sequías e incendios espontáneos.

Se trata de un efecto similar al producido por El Niño, que cambia la temperatura de la superficie del Océano Pacífico de fría a tibia, fenómeno llamado Oscilación Sur del Pacífico ecuatorial, pero éste dura entre cinco y siete años, por lo que se trata de un ciclo de alta frecuencia.

Los ciclos del Atlántico duran décadas y se trata de un ciclo de onda larga, que cuando coincide con El Niño, como sucede en la actualidad, produce incendios de gran envergadura.

“Los océanos funcionan como radiadadores del mundo, redistribuyen energía y lluvia en el mundo. Las oscilaciones térmicas generan distintas señales climáticas sobre los continentes que se reflejan en sequias e incendios”, explicó Kitzberger.

“La novedad es que encontramos una señal a largo plazo del Océano Atlántico. Ahora vemos que los fuegos no sólo dependen del Pacífico. Ambos están bailando distintos ritmos y cuando los dos están en la misma fase se potencian”, agregó.

Aunque afirmó que “esto es independiente del calentamiento global”, aseguró que no se conoce “cómo el efecto invernadero puede llegar a interactuar con la varibilidad natural. Puede ser que la intensifique”.

En la década de 1990 comenzó una fase cálida Atlántica y actualmente está vigente el ciclo de El Niño, aunque uno no muy intenso, según explicó el experto.

Fuegos de gran magnitud en distintos puntos al mismo tiempo, sequías muy pronunciadas, huracanes, todo sería una expresión natural de los ciclos oceánicos en coincidencia, por lo que los investigadores predicen que en las próximas décadas va a ver una alta actividad de fuego en aumento.

“Si le sumamos el calentamiento antropogénico, causado por efectos humanos, el conocido efecto invernadero, no sabemos cómo se va a potenciar, pero es una señal de alerta”, advirtió el científico.

Kitzberger explicó que el estudio, al ser realizado en Norteamérica, demostró la existencia del fenomeno en esas latitudes, pero no descartó que se produjera a su vez en el hemisferio sur.

“En Argentina podría haber efectos similares. El hemisferio sur no está tan estudiado, pero parece ser igual. El estudio tiene importancia global. Si calentamos los océanos vamos a tener efectos sobre el ecosistema continental”, aseguró. (Télam)

THE GLOBAL DIMMING


El oscurecimiento global: ¿un mal remedio para una grave enfermedad?

La teoría del calentamiento global es conocida y la vivimos todos los días con el cambio climático que genera. Sin embargo, en los últimos años se está hablando del "global dimming", una hipótesis que sostiene que en realidad el "tapiz" de contaminación del planeta bloquea la llegada de rayos solares y hace que la temperatura baje. ¿A quién creerle?

Hace mucho tiempo escuchamos hablar del efecto invernadero, un fenómeno por el cual el planeta aumenta su temperatura y cambia sus condiciones climáticas.

Sin embargo, desde 1989 existe otra teoría llamada "global dimming" ("oscurecimiento global"), que sostiene que menos cantidad de rayos solares están llegando a algunos sectores de la superficie terrestre, principalmente a los de las grandes ciudades contaminadas. Esto se atribuye a una especie de "tapiz" que recubre la atmósfera e impide el paso de un mínimo porcentaje de radiación solar, provocado por el material particulado emitido en la quema de combustibles fósiles - . En consecuencia, en esas regiones la temperatura, en lugar de aumentar todo lo debido por el efecto invernadero, lo estaría haciendo a una tasa menor. Este efecto "oscurecimiento" contrarrestaría el calentamiento global provocado por el efecto invernadero. O al menos eso podría pensarse.

La teoría fue planteada por el climatólogo japonés Atsumu Ohmura en 1989 y ratificada, entre muchos otros, por el profesor de Geografía y Geología de la Universidad de Wisconsin, David Travis en 2001. Pero, aún no ha sido aprobada por la comunidad científica debido a que muchos consideran que sólo se trataría de un problema localizado en algunas zonas contaminadas. Esto implicaría, según los expertos, que no significaría una alteración de la temperatura promedio de todo el planeta, sino solamente en aquellas zonas que padecen el oscurecimiento.

Matilde Rusticucci, meteoróloga, doctora y profesora en Ciencias de la Atmósfera de la UBA coincide con este parecer y asegura: "A nivel global no es tan significativo. Puede disminuir la temperatura en una ciudad muy contaminada por el tráfico aéreo, pero no afecta el cambio climático global". Rusticucci sostiene que los efectos del calentamiento no se estarían contrarrestando: "Los gases de combustión que emiten los aviones son los mismos que liberan los volcanes cuando entran en erupción y pese a que dos o tres volcanes han logrado bajar la temperatura de grandes regiones, nunca un volcán bajó la temperatura promedio de todo el mundo".

Sin embargo, muchos científicos sostienen que este problema debe tenerse en cuenta en las agendas de los organismos encargados de regular la contaminación ambiental porque provocaría daños irreparables en la salud de las personas, además de perturbar el medio ambiente de las regiones afectadas, que hasta el momento se sabe que son algunas ciudades de Europa y Asia.

"Los gases contaminantes, que están causando el oscurecimiento global, generan un alto riesgo en la salud humana porque están empeorando la calidad del aire. Eso amenaza el sistema respiratorio e incrementará seguramente el cáncer de pulmón y en menor escala también afecta al clima", informa David Travis, uno de los creadores de la teoría del oscurecimiento global, vía mail, a Clarín.com.

La forma de Travis para demostrar su teoría del oscurecimiento global fue más que particular: El día después de los atentados al World Trade Center, cuando ningún avión sobrevolaba el cielo estadounidense por cuestiones de seguridad, realizó mediciones meteorológicas y comprobó que la temperatura promedio del 12 de septiembre de 2001 en Estados Unidos aumentó, sin razón aparente, un grado. En los días siguientes, cuando se reinició la rutina habitual de los vuelos, la temperatura promedio descendió exactamente un grado.

Conclusión: sin los efluentes de combustión que provocan el denominado oscurecimiento global y su consecuente restricción al paso de la radiación solar, el calentamiento global se aceleraría velozmente. ¿La consecuencia de esta teoría? Si por unos días que aviones dejaron de volar, el cielo se "despeja" de los gases", deja pasar más radiación solar, y sube un grado la temperatura, entonces la "capa" de partículas del "global dimming" no sería tan mala.

¿Peligroso?

Mario Núñez, investigador superior del CONICET y director del CIMA (Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera) no está de acuerdo: "Lo que ocurre es que los gases tienen una permanencia en la atmósfera muy larga mientras que el material particulado dura poco. Por lo tanto, lo que prevalece es el efecto de calentamiento global. Las observaciones de temperaturas del planeta indican que viene en un continuo aumento".

Miguel Angel Ryndycz, colega de Cañas, afirma que además de los efectos cancerígenos que podrían producir las partículas que se vuelcan a la atmósfera, se está poniendo al clima global en una condición de inestabilidad creciente. "Si en un día de no operación de vuelos comerciales en Estados Unidos se generó un cambio meteorológicamente detectable en el clima y con entidad estadística para miembros de la comunidad científica, es fácil entender que, en caso de supresión repentina y masiva de la emisión de material particulado, estaríamos frente a un fenómeno de magnitud mayor, con posible amplificación en lo inmediato en los efectos del calentamiento global. La comunidad científica nos está poniendo en alerta algo que es difícil de pronosticar por ser un fenómeno de escala global y que ha sido descubierto hace poco. "

Ryndycz agrega: "Parecen ser dos grandes fuerzas tirando en direcciones opuestas. En el balance está prevaleciendo el calentamiento global porque sus efectos son evidentemente mayores, pero nadie había considerado la posibilidad de que su avance sea lento porque otro fenómeno asociado, también nocivo, lo podría estar inhibiendo parcialmente".

Para los dos ingenieros el desafío futuro tal vez consista en hallar la forma de reducir lo más rápido posible el vuelco de dióxido de carbono a la atmósfera, que es nocivo y que es la causa principal del calentamiento global, de un modo sostenible, pero cuidando de no generar desequilibrios vinculados al fenómeno de global dimming.

La razón para hacerlo no es más ni menos que no exponer a la humanidad a un cambio drástico de la temperatura.

Por su lado, Travis : "La idea de no limpiar rápidamente la pobre calidad del aire porque podría reducir la descompensación de los gases del efecto invernadero no me parece adecuada. No podemos tratar de resolver un problema, permitiendo que continúe otro".

Mientras se debate si los efectos se estarían contrarrestando o no, en el imaginario colectivo el clima seguirá siendo esa especie de ser caprichoso, que se encuentra obstinado en arruinar los planes de todos los seres vivientes. "El tiempo se volvió loco", repiten miles de personas diariamente en un intento de justificar su disparatado comportamiento.

Su conducta se ha tornado impredecible. Algunos fenómenos meteorológicos, como por ejemplo, la cantidad y la frecuencia de las precipitaciones, se están alterando. También ha habido fuertes oleadas de calor, como por ejemplo, las que aparentemente causaron en el 2003 la muerte de 15.000 personas en Francia y 20.000 en Italia. Además de sequías, escasez de agua potable y la extensión de enfermedades tropicales a regiones alejadas de los trópicos, como ha sido el dengue en el norte argentino. Pero lógicamente el motivo de todos esos cambios, no se debe a un brote de locura, si no a los daños que ha ocasionado el hombre en el medio ambiente, sumados a los ciclos naturales, que han producido el oscurecimiento y el calentamiento, sean estos efectos locales o globales, que se contrarresten o no. Porque en definitiva, o es un pésimo remedio para una grave enfermedad, o son dos enfermedades de diferentes dimensiones.

Fuente: http://ecofield.com.ar/noticias/n-0019.htm