Autor: Raúl Wiener / Unidad de Investigación
Fuente : La Primera, Lima
Ante la Comisión de Producción del Congreso, el legislador Negreiros hizo una pregunta que todavía nadie se había atrevido a formular: si los barcos de madera de los pequeños armadores (vikingos) reciben el 100% de su cuota histórica, o sea no se les coloca ante el factor tamaño de bodega, donde sin duda perderían, y a los más chiquitos (menos de 45 m3) les “regalan” 100 TM adicionales, para que se las repartan, ¿por qué se siguen quejando?
Si las cuotas individuales de pesca son tan buenas como dicen: acaban con la “carrera olímpica” y reducen la presión sobre la anchoveta; permiten a los barcos programar sus salidas durante el año; evitan los accidentes por premura al pescar, facilitan el paso de embarcaciones industriales a pesca de consumo; hacen posible pagar a los jubilados porque ahora sí las grandes empresas se comprometen a aportar; convierten los despidos en “reinserción laboral”; etc., ¿por qué entonces no se busca también eliminar el conflicto entre los actores del sector asignando, digamos que con carácter de piloto, el mismo porcentaje de captura de 2008, a cada barco de acero o de madera, como si fuera su cuota particular, para que nadie se sienta afectado y ver qué es lo que pasa?
Si se hiciera eso, grosso modo, las siete grandes empresas de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) deberían poder pescar el 51% del tope de capturas, las empresas medianas (barcos de acero, no afiliadas a la SNP) 25%, y las de pequeñas de madera (vikingos) 24%. Esto significaría que la SNP podría pescar más o menos 2 millones 650 mil toneladas (sobre un tope de 5 millones 200 mil), el resto de acero un millón 300 mil y los vikingos un millón 250 mil. Si esto es tan fácil de entender, y mantiene todo el esquema de la cuota individual, con sus supuestas virtudes, ¿por qué no se le ocurre a la ministra ponerlo en marcha?
Matemática de Apoyo
Algunas empresas de la SNP (se cree que Tasa y Austral), pagaron un estudio para la aplicación de las cuotas individuales de pesca a la empresa Apoyo Consultores, cuyo gerente general es también director de Pesquera Austral. Ese estudio tiene tres componentes: (a) un análisis comparativo de alternativas para “ordenar la pesca” (presuponiendo que hay un desorden dramático), donde la premisa es que la mejor forma es repartir los derechos permanentes de pesca según el número de barcos, eliminando la competencia; (b) un plan de retiro de trabajadores, asumiendo que el sistema de cuotas individuales llevará a que haya compras de barcos con cuotas y reducción de la flota, lo que provocará una reducción de los puestos de trabajo, para lo que se ofrece jubilaciones adelantadas, capacitación de jóvenes para otros empleos, incentivos de retiro, etc.; (c) un complejo sistema matemático de establecer la cuota, que mezcla records de años anteriores, con capacidad de bodega, y hace excepciones para los barcos de madera y ahora de acuerdo al reglamento para la zona sur.
Esto último merece un comentario. Ninguna razón técnica, ambiental, laboral, o cualquiera otra, justifica que en vez de coger el año previo a la modificación del sistema (2008), que es el que mejor refleja las potencialidades actuales de cada barco, se haga un recorrido tortuoso en el que uno por uno hay que determinar el “mejor año” entre 2004 y 2007, para cada embarcación. Así, obviamente, la suma de mejores años de todos supera significativamente el 100% y obliga a hacer un prorrateo para ajustar la cifra. Los vikingos (que en el 2008 están en 24%, pero no se cuenta), llegaron a 22.1% en el 2007, que sería su mejor año; mientras que la SNP tuvo gruesamente su “mejor año” el 2005 (58.7%), y las medianas llegaron a tope el 2007 (27%). (VER CUADRO 1)
La suma de todo esto es 107.8% (59.7+27.0+22.1), lo que con el ajuste por prorrateo significa 19% para los de madera (pierden 5 puntos respecto al 2008 y 3 respecto al 2007), y 81% para los dos sectores de barcos de acero, que son sometidos, a su vez, a una nueva distribución de acuerdo a bodega (60% por data histórica y 40% por bodega), que nadie ha explicado técnicamente y que gruesamente significa otorga un derecho por tamaño y no por eficiencia mostrada en el terreno. El resultado es que dentro de esa cuota para acero, el ganador obvio es la SNP porque coloca a sus barcos en los años que más le conviene y porque es largamente la de mayor bodega. Por eso es que le termina tocando las dos terceras partes de la cuota para acero y un tercio a las no afiliadas. (VER CUADRO 2)
Con el 24% de las naves y no más del 30% de los trabajadores, la SNP logra así elevar de manera importante su participación en el total de capturas por el puro artificio de la fórmula de los consultores. Y, lo que es clave, introduce la noción de que en muchos casos es mejor venderle los barcos y las cuotas a los grandes antes que el negocio se ponga menos atractivo, lo que hará volar la cuota de las siete hermanas encima del 60 ó 70%, consolidando el monopolio del mar; que como se sabe siempre puede cambiar de dueño, aun de dueños que pueden considerarse poco deseables.
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