El Banco Mundial instó hoy a América Latina a continuar la lucha contra el cambio climático, pese a la crisis financiera y destacó que la región ofrece soluciones innovadoras contra el problema ambiental.
Pamela Cox, responsable del Banco Mundial (BM) para América Latina, reconoció hoy en rueda de prensa durante la presentación del informe "Menos carbono más crecimiento" que en medio de la actual crisis global con epicentro en EE.UU., son muchos los que se preguntan si es "un lujo" el preocuparse por el cambio climático.
Para Cox no se trata de un lujo sino de una necesidad y recordó que las políticas que se pongan en marcha ahora pueden sentar las bases para un crecimiento más sostenible.
La directiva del BM destacó, además, que una "agenda verde" tiene el potencial de crear empleos, a lo que añadió que la lucha contra el cambio climático se convertirá en un "gran negocio" gracias al desarrollo de nuevas tecnologías y otras muchas oportunidades.
El informe publicado hoy hace hincapié en las soluciones innovadoras contra el cambio climático aplicadas en la región.
Cita como ejemplos las políticas de transporte público respetuosas con el medio ambiente que se pusieron en práctica en Curitiba (Brasil), se replicaron después a mayor escala en Bogotá (Colombia) y ahora se ejecutan en docenas de ciudades en la región.
A eso se suma el fuerte incremento de las energías alternativas en Brasil, o los sistemas de energía renovable en zonas rurales de Argentina que inciden positivamente en la productividad y el empleo en el campo.
El informe destaca también que el sistema energético de la región es más saludable que la media mundial.
Según las estadísticas que maneja el organismo multilateral, Latinoamérica obtiene alrededor del 30 por ciento de su energía de fuentes renovables, frente al 20 por ciento de la media mundial.
Pese a esas innovaciones, el Banco Mundial destaca que América Latina se está orientando a un crecimiento que implica también un incremento de las emisiones de carbono.
De mantenerse las tendencias actuales, se proyecta que las emisiones de C02 derivadas del consumo de energía en la región se incrementarán en un 33 por ciento per cápita, superior a la media mundial del 24 por ciento entre 2005 y 2030.
El estudio cree que para mantener a Latinoamérica en la senda de un crecimiento elevado con baja intensidad de carbono, se necesita, primero, una arquitectura internacional para el combate contra el cambio climático.
Esa arquitectura debería incluir, entre otras medidas, incentivos financieros transparentes para reducir la deforestación.
El Banco Mundial propone también políticas nacionales para adaptarse a los inevitables efectos del cambio climático en los ecosistemas y el entramado social de la región.
Esas políticas implicarían tener en cuenta las amenazas de los cambios extremos del clima en el diseño de inversiones en infraestructura, una mejor vigilancia y pronóstico del tiempo y un mejor funcionamiento de los mercados financieros vinculados a la tierra y el agua.
Para finalizar el BM sugiere aprovechar las oportunidades de mitigación que en muchas ocasiones son también buenas políticas de desarrollo.
Los responsables del organismo multilateral mencionan, en ese sentido, que una mayor eficiencia energética a menudo ahorra dinero, una menor deforestación tiene ventajas sociales y ambientales y un mejor transporte público puede reducir la congestión y la contaminación local.
Augusto de la Torre, economista jefe del BM para América Latina, recordó hoy que el impacto del cambio climático fruto de las emisiones de gases invernadero que se generan en su gran mayoría en los países más desarrollados como EE.UU., es ya visible en la región.
Mencionó el derretimiento de los glaciares de los Andes, la desaparición paulatina de muchos de los bancos de corales del Caribe, el creciente riesgo de desastres naturales y el aumento en la mortalidad por enfermedades tropicales como el dengue y la malaria.
De la Torre destacó que la región puede ser una parte importante en la solución al cambio climático si evita la deforestación, mantiene su actual estructura energética, mejora la eficiencia de ese sector y los sistemas públicos de transporte.
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