Depredadores operan ilegalmente con explosivos para aumentar sus redadas de peces delante de las autoridades. Algunos son intervenidos, pero el Poder Judicial los libera
ICA. Desde la playa Barlovento hasta las islas Chincha, de día y también de noche, un grupo de delincuentes dinamiteros ha intensificado sus operaciones en los dos últimos años a lo largo de estos 90 kilómetros del litoral de Pisco; se desplazan impunemente por los bancos naturales, criaderos y zonas de reproducción de corvinas, cabrillas, chitas, lenguados, lizas y diversas especies marinas.
Sin ningún control en el mar, estas bandas de depredadores de nuestra riqueza marina —formadas hasta por ocho conocidas familias de la caleta de San Andrés— hallan estas zonas de pesca, conocidas también como pozas, “comeduras” o “de placeres”, y lanzan sus potentes cargas de dinamita, que causan no solo la muerte de ejemplares adultos, sino también de especies pequeñas y juveniles, de larvas y crustáceos, además de destruir las praderas de algas.
La explosión que causa la carga de dinamita se compara, afirman biólogos consultados por este Diario, a un terremoto en tierra de 8 grados de magnitud, con todas las secuelas de destrucción que ello conlleva y el grave impacto ecológico en este sensible ecosistema marino.
El libre accionar de estos dinamiteros, llamados “bomberos” en el argot popular, ha tratado de ser erradicado por la solitaria labor de los guardaparques de la Reserva Nacional de Paracas (RNP) y por un grupo de 32 pescadores artesanales a cordel de Pisco, quienes no han tenido el respaldo del Poder Judicial, que con cuestionadas y sorprendentes decisiones permite la liberación de estos delincuentes, a pesar del flagrante delito cometido.
SIN APOYO DE LA JUSTICIA
“Tras ser liberados, como ha ocurrido hace pocos días, estos dinamiteros nos amenazan con total impunidad y descaro, y se burlan de la labor de control que realizamos”, cuenta Juan Ramón Trujillo Trillo, presidente de este gremio de pescadores artesanales que trata de preservar los recursos marinos del litoral, fomentar una pesca responsable y sostenible y, sobre todo, erradicar esta ilícita actividad.
“En forma conjunta los intervenimos cuando lanzaban hasta 20 cartuchos de dinamita, pero de nada sirvió este accionar”, señala Trujillo con bastante decepción.
Efectivamente, hace diez días (el jueves 12) este grupo de pescadores intervino, junto a los guardaparques y la policía de Paracas, a tres peligrosos dinamiteros con más de 200 kilos de pescado extraído mediante este ilícito método, pero en menos de 24 horas fueron puestos en libertad por el juez Luis de Lama Villar, quien sustentó su dictamen en “el no hallazgo de explosivos”, a pesar de que especialistas de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) confirmaron la muerte de estos pescados por dinamita.
VENTA POR “DELIVERY”
Frente a la sorprendente determinación de este magistrado, El Comercio recorrió San Andrés, donde recogió versiones de pescadores y pobladores respecto de que allí hay hasta tres puntos de venta libre de explosivos.
“La policía, la capitanía, el propio Grupo Aéreo 51 de la FAP —que opera colindante a este distrito— y toda la población conocen dónde se venden estos cartuchos de dinamita y quiénes los comercializan. Uno acude libremente y los compra a cualquier hora, pero si prefiere se lo llevan inclusive hasta la zona en la que se va a pescar”, confirman los pescadores.
Hasta dichos puntos de venta acuden constantemente los Cavero, los Hernández, los Arístides, los Rivas, los Huamán, los Valenzuela, los Cortijo y los Chevay, ocho conocidas familias que se proveen de las cargas de dinamita que llegan camufladas y burlando todos los controles de la Policía de Carreteras desde Nasca, donde también las usan de manera ilegal los mineros informales en socavones abandonados en las alturas de dicha provincia.
A VISTA Y PACIENCIA DE TODOS
“Una vez que preparan la mortal carga, estos depredadores llegan a alquilar indistintamente hasta 20 embarcaciones artesanales en Lagunillas, Laguna Grande y San Andrés. Con ellas ingresan al mar para cometer sus actos delictivos y luego descargan los pescados dinamitados en estos mismos desembarcaderos, ante la complacencia de los sargentos de playa y del propio administrador del muelle”, revelan los pescadores.
Todo lo depredado es comercializado al por mayor y destinado a mercados y conocidos restaurantes de Lima. En algunas ocasiones, estos depredadores comercializan al por menor su ilícita carga en el mismo muelle de San Andrés y reducen ostensiblemente sus precios con la sola intención de perjudicar a los pescadores a cordel.
COMPETENCIA DESLEAL
“En algunas horas de faena estos depredadores pueden extraer entre 200 y 300 kilos de pescado frente a los 3 y 5 kilos que pescamos nosotros a cordel. Además de lidiar con esta ilegal actividad hay que competir en desventaja con ellos”, aseguran estos pescadores, que en su solitaria labor solo cuentan con chalecos que los identifican como guardaparques voluntarios, un binocular y un equipo de radio entregados a préstamo por la RNP. Con sus propios recursos han adquirido una cámara de filmación para registrar a estos delincuentes.
“No nos amilanan las amenazas de estos depredadores, ni la indiferencia de la Capitanía de Puertos, la policía y la FAP, ni tampoco la desconcertante actitud de los jueces. Seguiremos en esta defensa de nuestros recursos que representan el pan de mañana de nuestros hijos”, afirman.
Se burlan de la ley desde hace 5 años
Más allá de la última captura (reseñada en la nota principal), en los últimos cinco años la Reserva Nacional de Paracas intensificó su accionar de control e intervino en forma reiterada a conocidos dinamiteros que luego fueron liberados.
A mediados del 2004, guardaparques intervinieron en pleno acto a Mariano Martín Valenzuela. Lo denunciaron ante el segundo juzgado penal de Pisco, pero fue liberado a las pocas horas.
Un año después se capturó a Félix Celestino Rivas Cutte y a otros dos depredadores. El mismo juzgado pisqueño les concedió libertad inmediata.
En el 2007 prosiguieron las operaciones con el mismo final en los pasillos judiciales. El año pasado los guardaparques pensaron haber dado un golpe definitivo a un conocido dinamitero de Paracas. El 11 de agosto se capturó con 30 cartuchos de dinamita a Víctor Cavero Cortez y a otros tres. Ante lo irrefutable de las pruebas, se los encarceló en el penal Cristo Rey de Cachiche. Pero a los 15 días salieron libres y volvieron a las andadas.
EN PUNTOS
* Los dinamiteros lanzan directamente las cargas a las pozas o con buzos se sumergen entre 5 y 8 metros para verificar el cardumen.
* Colocan luego una red que rodea el cardumen y lanzan entre 15 y 20 explosivos con los que matan todo tipo de peces, que salen a flote y son recogidos por estos sujetos.
* Los depredadores detienen su ilícita actividad cuando el mar está movido y la intensifican en noches de luna
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